
Eso es lo que nos parece el invento por mucho que los responsablesdel mismo lo hayan presentado como “un programa cultural de calidad, enel que el escritor y presentador estará acompañado por sus gatos, sus amigos, sus elixires”.
Los sindicatos han reaccionado airadamente y aseguran queEgolandia-así se llama el programa- es “el capricho ególatra de unseñor” con el que se podrían pagar hasta 36 contratos de nivel 5”
Llama la atención que el culto presentador al que al parecer lasneuronas comienzan a hacerle trastadas tenga tan poco respeto a suhipotética audiencia – escasa, ya que en el estrenosólo congregó al 4.8% de los espectadores: 113.000- a la que representapor medio de 10 ovejas y un burro y a los que trató como se tratan aestos animales-laaudiencia- gritándoles “Reservado el derecho de admisión. Este no es unprograma plural, sino singular. Vamos a ser elitistas. Borregos yciudad-asnos, ¡fuera!, ¡fuera!”, queriendo decir que el suyo era unprograma elitista al que no eran llamados los asiduos de los programas basura.
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