El juez Garzón- impasible el ademán, como decía aquella canciónfalangista, inasequible al desaliento en sortear los obstáculos que lepresenta la Fiscalía para sus propósitos, contumaz en investigar sólolos crímenes de la época franquista- no ha sido ni mucho menos elprecursor en la investigación de los crímenes de la dictadurafranquistas pues hay antecedentes de lo contrario, aunque en los dosejemplos que les muestro y como no podía ser de otra manera, resultarondos actos fallidos, como la consulta de ayer de Ibarretxe que, segúnconfiesa, le va a dar nuevos bríos.
El primero ocurrió en 1942 en que el juzgado de Ferrol, juzgó lamuerte de cuatro miembros de una familia de As Pontes (A Coruña): loshijos supervivientes de la matanza, desafiaron al nuevo régimendenunciando a los verdugos de su familia en el juzgado de Ferrol. Lacausa por homicidio llegó a ser tenida en cuenta por el juezinstructor, el capitán de Infantería Francisco Antolínez Merino. Losorprendente inicialmente es que el cabecilla de los falangistas,Narciso Corral, estuvo en prisión preventiva, aunque no pasara un mestras los barrotes donde alegó todos los cargos que había ocupado enFalange Española. El juez militar consideró justa la muerte de lafamilia porque se resistieron a su detención por “desafectos alGlorioso Movimiento Nacional”.
Siete décadas después, el nieto que sobrevivió escondido en un baúlde trigo, pudo ver la exhumación de la fosa de su padre, madre yhermanos. Los recuerdosdel crimen los relata Antonio Castro, nieto de un amigo íntimo delpadre asesinado que viendo lo que le iba a ocurrir le pidió que contaraalgún día la verdad.
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