


A la calle Larios de Málaga le pasa lo que a la
calle Alcalá de Madrid, por donde antaño iban y venían
las chulapas, subían y bajaban los andaluces e iban las calesas
repletas de seguidores de Curro Cúchares, dirección
Ventas y es el manifestódromo actual de la capital: por tan principal
calle malagueña también pasan o han pasado todos los eventos posibles,
desde los revolucionarios que en los años 30 iban con teas
encendidas, prestos a meter fuego a todo cristo que se les
pusiera por delante hasta los actuales manifestantes cuyos líderes sólo
incendian con sus discursos demodés a cuatro ansiosos
por serlo (incendiados), a las manifestaciones paganas –la feria de
Agosto-, y religiosas –la gran Semana Santa, calle en
cuyos balcones se lucen invariablemente los que todos sabemos para ver
pasar a nuestras Vírgenes, nuestros Cristos
y los Legionarios que los escoltan- sin olvidar la
alfombra roja preparada para el lucimiento de nuestros glamorosos artistas
bajo la ávida mirada de sus fans. Y una mención especial para
el gremio de jubilados, que cuando acuden
individualmente a la cita diaria, se caracterizan, además de por el
blanco cabello, por el periódico gratuito –las pensiones no dan para
muchos dispendios- que llevan enrollado y cuando se reúnen en grupos de 7
u 8 sentados en los modernistas bancos que les ha puesto el correoso
para Junta Paco de la Torre ellos mismos dicen que
están “en la guardería”
Ayer fue ocupada por una pequeña tribu de garzonitas-
al final el palabro de Losantos y de Herrera
va a tener éxito- reivindicando la figura del Juez Estrella sentado en
el banquillo por los herederos de aquellos cuyos crímenes “iba” a
investigar. Lo cuenta así la prensa local:
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