Las medidas que
han anunciado hoy distintas autoridades eclesiásticas ofrecen más
consuelo a las víctimas del futuro –se supone que
seguirán ocurriendo “graves pecados y delitos a cargo
de hermanos en el sacerdocio de algunos religiosos que han abusado de
menores”, como ha dicho hoy Rouco- porque de ahora en
adelante no serán tapados vergonzantemente por los superiores de los abusadores
ya que serán entregados a la justicia ordinaria. Se
espera que esta medida frene este impulso al parecer incoercible de
tantos pederastas que no tienen por qué ser homosexuales
o “maricones de mierda”, como se ha dicho de forma
increíblemente insensata por algún que otro homófobo de
cierto relieve, para que no se llenen las cárceles de hábitos
talares lo que produciría un doble efecto entre la población
reclusa: uno del asco que sienten ante los abusadores
de niños y otro, es de suponer, de lascivia ante el
novedoso gremio que entra por las puertas.
De los dos
comunicados el del Papa nos parece más enérgico que el de Rouco Varela
ya que éste asegura “ que los obispos pondrán “más
cuidado” para prevenir casos de pederastia” reconociendo que hasta ahora
no ha sido un asunto prioritario, por no mencionar las curiosas teorías
de Bernardo
Álvarez Afonso, obispo, vuelve donde solía, en que el obispo de
Tenerife comparó la homosexualidad con el abuso a menores o Don
Bernardo, donde dijo Digo dice Diego (9), donde da a entender que “
el abuso de
menores es muchas veces provocado porque estos, con gran malicia,
provocan a los mayores, y se les ofrecen como señuelos para la obtención
de favores económicos o simplemente para dejar al descubierto las humillantes
inclinaciones de algunos mayores”
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