http://www.youtube.com/watch?v=IQVMQR3DQIQ Entrevista con Guillermo Cabrera Infante
El amante de la literatura en castellano siempre tiene donde volver la mirada y los considerados ya unos clásicos del otro lado del Atlántico constituyen un filón de donde extraer el placer de la lectura. Así Juan Rulfo con su Pedro Páramo, o Carlos Fuentes en La región más transparente; Alejo Carpentier y Los pasos perdidos; José Lezama Lima en Paradiso ; Mario Vargas Llosa en La ciudad y los perros y la definitiva “Cien años de soledad” del más notable de todos, Gabriel García Márquez y no sólo por el premio universal conseguido.
Faltan muchos, Jorge Luis Borges por ejemplo, pero esto es un medio breve: ya habrá tiempo de ir añadiendo algunos más aunque de hoy no pasa que lo haga con Guillermo Cabrera Infante que ya comenzó a embaucar a sus lectores con “La Habana para un infante difunto” -una memoria infantil que termina como una fantasmagoría del sexo- hasta desembocar en “Tres Tristes Tigres”, su obra más famosa, su galería de voces.
Esta obra que obtuvo en 1964 el Premio Biblioteca Breve (Seix Barral, 1967) tiene un título que obedece a un trabalenguas popular cubano con el que pretende resaltar la idea del juego del lenguaje y la presencia de la oralidad: da mucha importancia a una concepción de la literatura en que prima el lenguaje en si sobre los contenidos: “Para mí escribir, hasta lo que usted llama literatura seria, es un juego. Los juegos de palabra son palabras cuyo significado depende del juego; es el jugador quien dispone los movimientos”. Así piensa unos de los últimos premios Cervantes, el argentino Juan Gelman: más importante que el mensaje en si es cómo se dice.
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