El que ha levantado la liebre, por un lado, ha sido el orador, poeta y locutor Carlos Herrera al que de vez en cuando escuchamos con gusto en la radio porque pone un puente entre el, a veces, desbocado Losantos y Francino, soso para el anterior y heredero de Iñaki, a quien miserablemente hace unos días César Vidal llamó “Iñaki de Juana Chaos, quedándose tan pancho, y por otro el equidistante PNV que a veces tiene que actuar con dolor de corazón y llamar al orden a sus socios de gobierno e independentistas moderados como es Eusko Alkartasuna (EA).
La liebre herreriana ha consistido en airear “la humillación a la que el Cardenal Rouco ha sometido al también Cardenal Carlos Amigo y que es algo más que el habitual pellizco de monja con el que se agreden, dentro de un orden, los responsables de la Iglesia española. Amigo, hombre de formas y talante diametralmente opuesto al del Cardenal de Madrid, ha sido removido de su puesto mediante el nombramiento de un coadjutor, Monseñor Asenjo, al que se ha investido como sucesor a seis meses vista con todas las galas y boato”
“…Cuando Amigo cumpla setenta y cinco años será removido de su diócesis y enviado vaya usted a saber dónde, cosa que no ocurrió con sus antecesores, los cardenales Bueno y Segura, que se perpetuaron en el cargo hasta su muerte. Con coadjutor, pero hasta la muerte. ¿Por qué, pues, la ceremonia concelebrada de la pasada semana en la Catedral de Sevilla, en la que sólo faltó el chófer del Papa, para entendernos? ¿Qué tiene el todopoderoso Rouco contra Amigo?”
“…El claro distanciamiento del PP y de Rajoy con su paisano gallego sería una clara muestra de cómo la derecha española cree que de la mano de esta política no se puede llegar muy lejos. Sí de la mano de Amigo, pero el Cardenal de Sevilla ha sido fulminado por la jugada un tanto violenta de una Iglesia, la española del momento, poco dada a la diplomacia y muy dada a la exhibición de poder mediante pellizcos innecesarios.”
El resto de “Los pellizcos de Rouco” lo podrán leer en ABC del día de la fecha.
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