Aunque el árbol centenario haya caído con todo merecimiento gracias en primer lugar a que ya no daba fruto alguno y después a otras fuerzas telúricas que han hecho lo propio con faunas tan atípicas como la berlusconiana, la griega, la portuguesa, la irlandesa, de momento, no es muy estético hacer leña de él, o cual bacterias saprófitas, vivir del muerto o del casi fenecido el 20-N.
Que lo haga la extrema derecha es casi normal, pero que lo hagan otros que son hijuelas del mismo cuerpo entra dentro de lo inexplicable e impresentable. Y me estoy refiriendo en este último supuesto al antiguo barón socialista Joaquín Leguina:
“Alguien tendría que decir en voz alta algunas verdades del barquero. Por ejemplo, que en el PSOE de Zapatero sólo se ha prosperado de la mano de la arbitrariedad y del nepotismo, mediante los cuales han ascendido a las más altas magistraturas del Estado personas que jamás hubieran alcanzado un cargo de jefes o jefas de negociado.
Si la alternativa de futuro es -por ejemplo- Carme Chacón, no es que los zapateristas estén locos, es que el resto de los afiliados, si no son capaces de impedirlo, van directamente al suicidio; eso sí, cogidos de la mano de una mujer -y de su esposo- cuyas ambiciones no les caben en su casa familiar por muy grande que esta sea.
Y si la alternativa a la señora Chacón es el tándem Blanco-Rubalcaba,incluyendo a las personas que les acompañan… el resultado viene a ser lo mismo que ofrecerles a los afiliados una dura alternativa: la del veneno o la pistola para el suicidio. Llegado ese caso, muchos van a preferir saltar desde el viaducto”
Y la caverna sigue a lo suyo. Dice Carlos Dávila en La Gaceta:
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