Nos quedamos con la definición que hace de él otro valenciano ilustre, Manuel Vicent:
“Más allá del cine, Luis García Berlanga era un señor vestido a la inglesa, con pantalón de franela gris, chaqueta de espiguilla y cabeza romanizada con barba blanca. No se trataba de un valenciano de pie blando afincado en la desfachatada felicidad del regadío, sino un rico del secano, propietario
de pinares, fincas de pantano, un bienestar maderero con talas
periódicas, que le había permitido vivir en Somosaguas cuando el resto
de sus colegas iba lampando bocadillos de boquerones por las tabernas.”
Quizá por ello sea más llamativo que le llame la atención la frase “Siente a un pobre en su mesa”
(’Plácido’) o la letra de aquel villancico “madre en la puerta hay un
niño…en el mundo no hay caridad, ni nuca lo ha habido y nunca la habrá”
que se oye en el vídeo.
Ha sido, junto con Buñuel, el director de cine más fundamental y sus películas de extraordinaria calidad que reflejaban la realidad española de la época hacían que no fuese un personaje bien visto por la censura ni por los gobernantes. Cuando los ministros de Franco, buen aficionado al cine, olviden Raza, le contaban que era un anarquista, un bolchevique o un comunista, el dictador les respondió: “Berlanga es mucho peor que eso, es un mal español”.
Y hay muchas frases, propias o atribuidas, que jalonan su vida:
“El dolor me jode, pero morirme me jode más“. “¿Miedo a morir? Qué coño. Si acaso, cabreo”.
“La crispación política me da mucho miedo. Y ahora hay mucha. Como en el 36. La gente no sabe lo que hace”.
“Uno escribe con lo que es, los libros que ha leído, la música que ha escuchado, los cuadros que ha disfrutado, las caricias que ha recibido”
Tag: sociedad
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