Del término garzonita hablamos
el mes pasado en Garzón
más cerca de ser juzgado por prevaricación : “A Carlos
Herrera, gran periodista aunque cada vez con más destellos
derechizantes, se manifiesta muy crítico con los garzonitas
–se inventa neologismos al modo losantiano- o amigos
de Garzón, porque están demostrando más celo que el propio que
está presto para ser juzgado por sus propios compañeros, de ahí el
grave riesgo que corre”
Y de nuevo he cogido el término adobado ahora
por el prefijo anti-, es decir, todo lo contrario. Y en
este saco introducimos hoy al trasnochador Tertsch
–los peligros de la noche-, al incomprendido, y dejado por los suyos en
la puerta de la cárcel un día, Pepe Barrionuevo y al
incombustible y deslenguado Antoñito Burgos.
El primero, al parecer repuesto de las heridas
recibidas en el campo de batalla de la noche, escribe en ABC “Cuídense
todos” analiza el caso Garzón «El Gobierno quiere proteger a un juez que le tiene
cogido por los santos huevos» (sic), donde, aunque
comprendemos que el uso de los atributos testiculares
gubernamentales es metafórico, deja en mal lugar a medio ejecutivo que
está privado de tales –son dos-señas de identidad.
Tags: política,
sociedad
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