Hasta ahora los únicos escándalos de que tenía noticia eran los provocados por el cantaor Manuel Gerena que tuvo el honor de que Rafael Alberti le dedicara unos versos:
Te llamas Manuel Gerena.
¡Qué bien consuena tu nombre
Con la pena!
La pena que es valentía
Cuando no dejan al pueblo
Más que pena y agonía.
Según Antonio Burgos era Manuel Gerena, el flamenco-protesta que “tuvo que ir muchas veces al Tribunal de Orden Público, que era para nosotros como si le hubieran dado las llaves de oro del cante. Las llaves de oro de aquellas puertecitas de sus soleares, que estarían muy malamente cantadas, no lo niego, pero que para nosotros eran las puertecitas que nos abrían el aire de la libertad…” “Era un cantaor desafiante comprometido que salía a cantar con una camisa roja, sin la chaqueta que todos los cantaores se ponían como un vasallaje a su reconocimiento del poder dictatorial constituido. Manolo Gerena, cantando en mangas de camisa roja en el salón de actos de un colegio mayor, de una asociación de vecinos, de un colegio profesional, era la demostración de que el flamenco podía ser otra cosa que aquel cerrado coto de los pontífices del arte de los “cantaores de Ayuntamiento”.
Eran los últimos tiempos de la dictadura y primeros de la democracia. Desde entonces no habíamos oído hablar de este pueblo al norte de la provincia de Sevilla, donde la campiña cede el paso a la Sierra Norte que durante todos estos años se ha desarrollado como cualquier pueblo de Andalucía, sometido gustosamente a la férula del partido único durante los últimos 30 años y bajo la protección al unísono de la Virgen de la Encarnación y de San Benito, patronazgo que comparte además con Europa, regido espiritualmente por un párroco, Don José Salguero Roldán, que lleva largos años al frente de los feligreses gereneros y que me da que tiene poco que ver con aquellos curas de misa y olla, suposición basada en algunos de sus escritos en que se nota su compromiso con el Evangelio y por ende con los más desfavorecidos.
Tags: religion, sociedad
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