Aunque la cosa no esté como para andarse con juegos de palabras es evidente que la leña que repartieron ayer los Mossos d`Èscuadra para desalojar a los acampados del 11-M de la Plaza de Catalunya, una auténtica paliza, no obtuvo el objetivo deseado del desalojo: a partir de las palizas surgieron de sus cenizas y su número se multiplicó por dos o tres.
La confluencia de protestas en plaza Catalunya y los llamamientos por Twitter y móvil en reacción a la actuación policial de esta mañana para vaciar el campamento ha llevado a que la plaza esé llena a rebosar , bastante más que el resto de tardes de esta semana. Algunas fuentes apuntan a que podrían haber unas 12.000 personas. El efecto llamada ha multiplicado por dos o por tres la media asistentes a la plaza a media tarde durante las dos semanas que lleva en marcha la acampada. El único momento comparable es la medianoche del viernes al sábado, cuando entró en vigor la prohibición de la Junta Electoral Central.
El saldo del despliegue de centenares de mossos y de decenas de agentes de la Guardia Urbana fue de más de 120 heridos, de ellos 4 de gravedad, y 37 agentes contusionados. Todo ello para una «limpieza» que en realidad fue una operación de desmantelamiento de la infraestructura de los acampados.
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