Aunque los apellidos de Alberto, Oliart Saussol, parecen decir lo contrario esextremeño de nacimiento, región en la que pastan ganaderías de hierros notables, y quizá por la aparente catalanidad de sus apellidos es por lo que está siguiendo las directrices del Parlament catalán por lo menos en cuanto a su antitaurinismo. Otras razones, por ejemplo, de ambición política, no cuadran en su caso en que ya inauguró hace tiempo la octava década de su vida.
Lo cierto es que el actual presidente de RTVE, Alberto Oliart, ha decidido que el ente no emita corridas de toros debido al dolor que sufren estos animales durante los escasos veinte minutos que se invierten en su lidia y a que pueden herir la sensibilidad infantil.
Esta decisión ha sumido en la perplejidad a los numerosos aficionados cuyo poder adquisitivo no les permite acceder a la plaza o ver las actuaciones de sus diestros preferidos cuando torean fuera y quien ha protestado en su nombre ha sido el escritor David Gistau entre cuyas obras, que cantan a las claras su adscripción ideológica, destacan “A que no hay huevos (2004) o “La España de Zetapé (2005) recopilación de 98 artículos publicados en el diario La Razón.En su columna de El Mundo ha escrito Felaciones y banderillas al que no he podido acceder porque hay que pasar por caja a través de Orbit pero que el digital de Alfonso Rojo ha tenido a bien resumir.
Dice David Gistau que, a costa de los toros, “la cadena pública quiere fabricarun hombre nuevo adaptado a los prejuicios socialistas” y aunque arremete contra Oliart su objetivo último es, cómo no, ZP diciendo “ que TVE lo que pretende no es ofrecer un servicio público que refleje los gustos del pueblo sino moldear a ese mismo pueblo para fabricar un hombre nuevo adaptado a los prejuicios socialistas y el hombre nuevo de Zetapé, el que no fuma, ni cree en Dios, ni margina a los feos, ni vota a la derecha, ni regala a sus hijos juguetes sexistas, ni discute la tutela estatal, tampoco va a los toros. Porque ir a los toros, de un tiempo a esta parte, y a pesar de Lorca y de Sabina, de Bergamín y de Picasso, es uno de esos vicios vinculados con el eterno facherío contra los cuales un progresista de manual sólo puede combatir”
Continúa leyendo...