Por el curioso resultado de 5-4 a favor Camps y Costa han sido declarados no culpables de cohecho impropio; hicieron mal Campos y Betoret, cuando se autoinculparon y bien Camps y su amigo, el de los 100 gramos de caviar para su madre en retirar in extremis el escrito por el que aceptaban la condena, como le aconsejaba el PP, que ahora clama por su inocencia es un rasgado de vestiduras generalizado.
De todas formas deberían esperar al previsible recurso, no sea que, si son de nuevos juzgados, esta vez por un tribunal profesional, cambie el veredicto de esos cinco miembros del jurado que seguro que, al ser valencianos, cayeron hace tiempo en las redes del encanto personal que desprende Paco Camps. Lo cual sería horroroso si el país tuviera que escuchar de nuevos las conversaciones telefónicas entre los capos de la Gürtel y los ayer absueltos, de lo más nauseabundo y hortera que se puede escuchar.
Este veredicto, además, ha obligado a nuestros oídos hayan tenido que escuchar los razonamientos de Paco Camps, de la misma índole que aquel en que afirmaba que “dimitía por el bien de España”: “Agradezco otra vez el apoyo de la España limpia, positiva, grande y ilusionada
que siempre ha tenido confianza absoluta en él durante los tres años en
los que he estado inmerso en el proceso judicial de la causa de los
trajes”
“Hoy hablo como el ciudadano Camps, que se levanta feliz en un día luminoso después de una persecución brutal.
Hay un sistema brutal pero se le puede combatir y se le puede ganar. Ha
sido mucho sufrimiento, mucha paciencia, mucho tiempo, pero al final
hemos demostrado que les hemos podido ganar” “A todo ese conglomerado
bestial le ha ganado un jurado popular”
Posiblemente Pérez de Albéniz, Escolar y José Yoldi pertenecen a esa otra España sucia, tenebrosa, rencorosa,
porque su no culpabilidad no les ha gustado. Los tres párrafos que
siguen pertenecen a los tres y en el mismo orden en el que los he
citado:
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