Dicho casi en el tono de aquel Vae victis ! romano- «¡Ay, de los vencidos!»-, ahora que el funcionariado está en cuestión y en horas bajas, siempre lo ha estado por aquello de su supuesta indolencia en el trabajo, por sus prebendas, por aquello de la leyenda de “saca una oposición y échate a dormir”.
Siempre han sido cuestionados –seguramente por quienes no han podido o no han querido opositar a una plaza del Estado u organismos oficiales (ejército, ayuntamientos, diputaciones, etc.), antaño llamados un tanto toscamente por el pueblo “vivir de la olla grande”, aunque todo el mundo entiende este culinario concepto. Y han sido puestos en tela de juicio desde tiempos de Larra, que, en su célebre “Vuelva usted mañana”, satiriza la pereza de los españoles quepersonifica en los funcionarios, los mismos que tardaron en tramitar el papeleo de un francés programado para unas horas, primero 3 días, después quince, y finalmente ¡6 meses!, plazo al que se llegó después de los sucesivos “vuelva usted mañana” que recibía del funcionario de turno.
En la actualidad está abierto de nuevo el debate, habiéndolo iniciado Cristóbal Montoro cuando aún estaba en la oposición en que afirmaba que “los ayuntamientos son oficinas de colocación y las empresas públicas, nidos de corruptelas” o que los funcionarios públicos “han sido contratados para darles un puesto de trabajo y estar de brazos cruzados”.
Tag: política
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