O casi como se encuentran los mileuristasdiscontinuos que no consiguen un puesto de trabajo fijo después de añosde ser exprimidos por una ETT con regulares escrúpulos.
No es el caso de estos prebostes valencianos quellevan largos años chupando del bote –grosero modo que emplea el pueblopara denominar al que vive de las Arcas Públicas-, con unos sueldos decine, con unas dietas que ellos mismos se adjudican, con cochesoficiales y sin necesidad de llevar cash en el bolsillo porque se lopagan todo allá donde van y que a pesar de eso, o por su mala cabeza oporque el dinero y demás propiedades están a nombre de la mujer -poraquello de los gananciales- o de cualquier amigo, aparecen en el citadoboletín de la siguiente manera:
“El presidente de la Generalidad, Francisco Camps,declara tener una cuenta corriente con 905,91 euros y la mitad de otracuenta corriente compartida (1.389,56 euros). Además, posee la mitad deuna vivienda en Valencia cuyo valor catastral es de 110.339 euros; unvehículo Saab 900 S matriculado en 1995 de un valor aproximado de 1.500euros y un plan de pensiones con 8.309,60 euros de capital consolidadoa febrero de 2009”
Hechos que explicarían por si solos el asunto de lostrajes especiales que recibía graciosamente –él con estas cifras nopodría adquirirlos- de sus amigos, en chirona algunos y componentes dela trama Gürtel, asunto por el que en un principio sería acusado comoautor de un “cohecho impropio” hasta el sobreseimiento del marrón porel TSJCV cuyo presidente tiene estrechos vínculos de amistad o bien,poseedor de un vetusto Saab, querer disfrutar, aunque fuese por unosmomentos, en unión de algunos de los suyos, de tocar el paraísoconduciendo un Ferrari en olor de multitudes.
Rita Barberá se nos ofrece algo más “preparada” porposeer 295.000 euros de bienes no inmuebles aunque al parecer vive dealquiler al no poseer casa. Para llegar a fin de mes tiene que hacerfrente a un préstamo personal de 12.000 euros y su coche, un Lancia,alcanza ya los 21 años: en esto nuestros dos dirigentes valencianostienen los gustos de los cubanos por los coches viejos: aún se ven porLa Habana los anteriores a la Revolución.
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