Al parecer de muchos, entre los que no están incluidos lógicamente ni la prensa chaquetera, ni mucho menos la opinión de Julio Somoano, director de los informativos de RTVE, que la resumió como “una entrevista que ya forma parte de la historia de España”, la entrevista al Rey fue de lo más descafeinada y desafortunada, omitiéndose preguntas como la imputación de Iñaki Urdangarin o la cacería del Rey en Botswana, por qué pidió perdón al salir de la clínica tras el accidente de Botswana, ni sobre Corina ni la supuesta crisis matrimonial, ni sobre sus amigos saudíes, ni una mención expresa al frente abierto separatista catalán y previsible vasco, de forma que algunos se preguntan cómo hubiera sido la entrevista si la hubieran hecho Jordi Évole, Iñaki Gabilondo o Ana Pastor.
Así Pilar Urbano se lamenta de que “Hermida no fuera “cruel, impertinente y vampiro” con el Rey. Es demasiado bueno para entrevistar al Rey; para hacer bien una entrevista así se necesita más crueldad, le faltó “Crueldad, impertinencia y vampirismo” , las tres claves en opinión de Pilar Urbano que miden una buena entrevista y un buen entrevistador
“Hermida alejó al Rey con su repetido ´señor´ y ´majestad´. No planteó por qué pidió perdón al salir de la clínica tras el accidente de Botsuana y tampoco saltó cuando el Rey Juan Carlos I dijo que falla la vertebración del Estado”, no indagando sobre si refería a un Estado federal o un Estado más centralizado”
Por su parte el periodista Antonio Maestre asegura:”La entrevista al Rey en La 1 sirve para saber cómo es la televisión de Corea del Norte hablando de Kim Jong-un y para Pilar Rahola “”Ni Urdangarin, ni elefantes, ni Corina, ni crisis matrimonial, ni amigos saudíes, ni corrupción. ¡Viva el periodismo!”.
El indefinible y antimonárquico por excelencia, Federico Jiménez Losantos, le pone un nuevo mote al Rey: Juan Carlos, El Afortunado
“yo estoy de acuerdo con el Rey: puede sentirse afortunado en todos los sentidos del término. Ha tenido fortuna, o sea, suerte, a lo largo de su vida. Y ha hecho fortuna, o sea, dinero, cumpliendo con su obligación, que es la de representar a España, y atendiendo a su devoción, que es su persona, por delante de Nación, Estado y Dinastía. Por eso es posible que Juan Carlos I sea el primer y último rey de la monarquía re-instaurada por Franco. Que la fortuna y su fortuna acarreen el infortunio del sucesor, que sea hijo de un rey que no lo fue y padre de otro que no llegue a reinar”
“Si el Rey no es capaz de garantizar la vertebración o continuidad del Estado, ha fracasado en su obligación primera.